El siglo XIX es una de mis épocas preferidas. Durante ese siglo muchas cosas que nos han acompañado toda la vida, como la electricidad, los coches, la televisión, el teléfono o el cine no
existían o llegaron sólo a una pequeña minoría durante esa centuria. Esto no es algo exclusivo del siglo XIX, pero lo que lo hace especial es que combina una forma de vida muy diferente a la
actual con una abundantísima información, que no tenemos de épocas anteriores. Gracias a la difusión de la prensa, al auge de la literatura realista y a la abundante documentación que conservan los
archivos, es muy fácil investigar sobre esta época y llegar a conocer el día a día de sus habitantes. De esta forma, podemos asomarnos con todo lujo de detalles a una vida que era muy
diferente a la nuestra.
En este siglo, por ejemplo, la nobleza todavía vivia en grandes mansiones rodeada de criados y salía a pasear en lujosos carruajes, haciendo ostentación de su riqueza. También los reyes conservaban
gran parte de la magnificencia del pasado, pues vivían en suntuosos palacios, gastaban dinero a su antojo y en muchos casos conservaban una importante cuota de poder. Al mismo tiempo, la mayor
parte de la población europea pasaba muchas dificultades para subsistir y el estado no prestaba ningún tipo de ayuda a los trabajadores. No era raro que los funcionarios estuvieran varios
meses sin cobrar su sueldo, que las crisis económicas llenaran las calles de mendigos o que la muerte del padre sumiera a su familia en la indigencia. Además, las epidemias de cólera podían
matar a miles de personas en las ciudades y muchos habitantes del viejo continente emigraban a otros lugares del planeta buscando una vida mejor. Todo eso en un siglo que vio un enorme
desarrollo industrial y la aparición de grandes avances técnicos, como el ferrocarril, la fotografía, el telégrafo, la anestesia o el alcantarillado, por poner sólo unos ejemplos.
El siglo XIX fue una época de cambios, en el que los parlamentos y las constituciones convivían con grandes latifundios nobiliarios y con monarcas absolutos en numerosos países de Europa. Fue un
siglo que vio el declive de la Iglesia y el avance de las libertades, pero también un periodo en el que la mujer apenas tenía derechos, la mentalidad seguía siendo muy
tradicional y la mayoría de la población vivía en unas condiciones lamentables. Fue, en suma, un periodo muy importante, en el que se pusieron los cimientos del mundo actual, urbano y
parlamentario, frente al mundo rural y absolutista de los siglos anteriores.
Para que os hagáis una idea de cómo se vivía en esta época podéis consultar los siguientes archivos. En los tres primeros hablo de la vida cotidiana en tres de los países más importantes de
Europa, mientras que el cuarto se centra en España, al incluir noticias de la prensa valenciana de este siglo. Estas noticias son muy interesantes, ya que nos muestran cómo era la vida y la
mentalidad de la población decimonónica. A continuación he incluido un archivo hablando de cómo en esta época empieza a ser algo frecuente la lectura de novelas. Por último, en el sexto archivo se
describe el último ataque terrestre que ha sufrido la ciudad de Valencia, que tuvo lugar en 1873. Os animo a que entréis en estos archivos y os adentréis en un mundo sorprendente y poco conocido.